Comentario
De cómo se hacían los edificios para los Señores y los caminos reales para andar por el reino.
Una de las cosas de que yo más me admire, contemplando y notando las cosas deste reino, fue pensar cómo y de qué manera se pudieron hacer caminos tan grandes y soberbios como por él vemos y qué fuerzas de hombres bastaran a los hacer y con qué herramientas y estrumentos pudieron allanar los montes y quebrantar las peñas, para hacerlos tan anchos y buenos como están; porque me parece que si el Emperador quisiese mandar hacer otro camino real, como el que va del Quito a Cuzco o sale de Cuzco para ir a Chile, ciertamente creo, con todo su poder para ello no fuese poderoso ni fuerzas de hombres le pudiesen hazer si no fuese con la orden tan grande que para ello los Incas mandaron que hobiese. Porque si fuera camino de cincuenta leguas, o de ciento o docientas, es de creer que aunque la tierra fuese más áspera no se tuviera en mucho, con buena diligencia, hacerlo; mas estos eran tan largos, que había alguno que tenía más de mil y cien leguas, todo echado por sierras tan agras y espantosas que por algunas partes mirando abajo se quitaba la vista, y algunas destas sierras drechas y llenas de piedras, tanto que era menester cavar por las laderas en peña viva para hacer el camino ancho y llano; todo lo cual hacían con el fuego y con sus picos. Por otros lugares había subidas tan altas y ásperas que salían de lo bajo escalones para poder subir por ellos a lo más alto, haciendo entre medias dellos algunos descansos anchos ara el reposo de las gentes. En otros lugares había montones Se nieve, que era más de temer, y ésto no en un lugar sino en muchas partes, y no así como quiera, sino que no va ponderado ni encarecido como ello es ni como lo vemos; y por estas nieves, y por donde había montañas de árboles y céspedes, lo hacían llano y empedrado si menester fuese.
Los que leyeren este libro y hobieren estado en el Perú miren el camino que va desde Lima a Xauxa por las sierras tan ásperas de Huarochiri y por la montaña nevada de Pariacaca y entenderán, los que a ellos lo oyeren, si es mas lo que ellos vieron que no lo que yo escribo; y, sin esto, acuérdense de la ladera que abaja al río de Apurímac, y cómo viene el camino por las sierras de los Paltas, Caxas y Ayauacas y otras partes deste reyno, por donde el camino va tan ancho como quince pies, poco más o menos; y en tiempo de los reyes estaba limpio, sin que hobiese ninguna piedra ni hierba nacida, porque siempre se entendía en lo limpiar; y en lo poblado, junto a el había grandes palacios y alojamiento para la gente e guerra, y por los desiertos nevados y de campaña había aposentos donde se podían muy bien amparar de los fríos y de las lluvias; y en muchos lugares, como es en el Collao y en otras partes, había señales de sus leguas, que eran como los mojones dEspaña con que parten los términos, salvo que son mayores y mejor hechos los de acá. A estos tales llaman topos y uno dellos es una legua y media de Castilla.
Entendido de la manera que iban hechos los caminos y la grandeza dellos, diré con la facilidad que eran hechos por los naturales, sin que les recreciese muerte ni trabajo demasiado; y era que, determinado por algún rey que fuese hecho alguno destos caminos tan famosos, no era menester muchas provisiones ni requerimientos ni otra cosa que decir el rey hágase esto, porque luego los veedores iban por las provincias marcando la tierra y los indios que había de una a otra, a los cuales mandaba que hiciesen los tales caminos; y así se hacían desta manera, que una provincia hacía hasta otra a su costa y con sus indios y en breve tiempo lo dejaban como se lo pintaba; y otras hacían lo mismo y aún, si era necesario, a un tiempo se acababa gran parte del camino o todo él; y si allegaban a los despoblados los indios de la tierra adentro questaban m4s cercanos venían con vituallas y herramientas a los hacer, de tal manera que con mucha alegría y poca pesadumbre era todo hecho; porque no les agraviaban en un punto, ni los Incas ni sus criados les metían en nada.
Sin todo esto se hicieron grandes calzadas de excelente edificio, como es la que pasa por el valle de Xaquixaguana y sale de la ciudad del Cuzco y va por el pueblo de Muhina. Destos caminos reales había muchos en todo el reyno, así por la sierra como por los llanos. Entre todos, cuatro se tienen por los más importantes, que son los que salían de la ciudad del Cuzco, de la misma plaza de ella como crucero, a las provincias del reino, como tengo escripto en la Primera parte desta Crónica, en la fundación del Cuzco; y por tenerse en tanto los señores, cuando salían por estos caminos sus Personas reales con la guarda convenible iban por uno y por otro la demás gente; y aún en tanto tuvieron su poderío que muerto uno de ellos, el hijo, habiendo de salir a alguna parte larga, se le hacía camino por sí mayor y más ancho que el de su antecesor; más ésto era si salía (a) alguna conquista el tal rey o a hacer cosa digna de tal memoria que se pudiese decir que por aquello era más largo el camino que para él se hizo. Y esto vemos claro, porque yo he visto junto a Vilcas tres o cuatro caminos; y aún una vez me perdí por el uno, creyendo que iba por el que agora se usa; y a éstos llaman, al uno camino del Inca Yupanqui y al otro de Tupac Inca; y el que agora se usa y usará para siempre es el que mandó hacer Huaina Capac, que llegó acerca del río de Angasmayo al Norte y al Sur mucho adelante de lo que agora llamamos Chile; caminos tan largos, que había de una parte a otra más de mill y doscientas leguas.